con Jesús Ferrero y Antonio Ortega
Luis Cremades es un poeta único. Su vida y su obra encarnan la soledad del corredor de fondo que cuando está a punto de concluir la carrera, deja que los demás pasen por delante, porque sabe que "el arte es largo, y además no importa". Y porque ni la vida ni la obra pueden ser concebidas como una competición. Esta circunstancia, más que convertirlo en un maldito, lo ha convertido en un "hijo de su propio sudor". Del infierno salimos, viene a decir Cremades en su último poema, pero antes de dejarlo atrás, en sus mismas puertas, conviene levantar un altar a los que han vivido, a los que han sentido, a los que han gozado y sufrido, a los que han aprendido a mirar la verdad desde el seno escurridizo de la vida, esa sustancia limitada y al mismo tiempo infinita, como nos indica Cremades cuando ya hemos recorrido todo el dédalo de sus poemas completos. Prepárate para la experiencia, lector: vas a entrar en el templo de la vida concebida como una conjetura y a la vez como una sustancia radical, cuya materia solo es abordable desde esa esencia generada por la mezcla indisoluble del silencio y la palabra.
Luis Cremades nació en Alicante, en 1962. Traductor de J. Culleer, R. Kipling, H. Bloom. Ha publicado cuentos y poemas en revistas como Anthropos, Litoral, Ínsula y Poesía, entre otras.