Con las intervenciones de Germán Cano Cuenca y el autor
En un momento histórico en el que el fascismo extendía sus tentáculos por el mundo, el Frankenstein de 1931, dirigido por James Whale y protagonizado por Boris Karloff, constituyó una contralectura genuina y mordaz de los tópicos al uso sobre la peligrosidad social.
El presente ensayo desmenuza la película escena a escena, a fin de desencriptar un imaginario que, en clave de cine de terror, se estructura como una contundente crítica política y social al orden imperante de la época. Para ello, Falconetti Peña toma como contrapunto otro imaginario, este disfrazado de retórica filosófica: el utilizado por Martin Heidegger y sus afines durante esos años, una mezcla de populismo kistch y de lugares comunes nacionalsocialistas. La pregunta que Heidegger lanza en sus ensayos sobre la existencia y la comunidad territorial es la misma que articula James Whale en su película, pero las respuestas son antagónicas. Aldabonazo a aldabonazo, el Monstruo de James Whale, surgido del dolor de las trincheras y del odio de los parias, desmonta la grandilocuencia de la autenticidad nacional. Agarra al espectador de la mano y se interna con él en la noche de los desheredados.