Desde
finales de los años setenta, una fuerte restructuración de la economía tuvo
lugar en China. Esta reestructuración incluyó la expropiación de las comunas
rurales, la privatización y cierre de algunas empresas de propiedad estatal,
consolidándose otras en conglomerados mayores y estableciendo zonas económicas
especiales donde se incrementaba el número de inmigrantes que eran empleados.
Para la población urbana la situación cambió muchísimo en términos de seguridad
en el trabajo al tiempo que la población campesina, cada vez en mayor
proporción, es incluida dentro del régimen de trabajo industrial.
Estos
procesos entraman extensos flujos migratorios desde el campo a las ciudades.
Dado que hay un sistema de registro de población en el espacio de China, la
población está dividida en miembros del campo y población de la ciudad, así que
los migrantes normalmente tienen menos acceso a los beneficios sociales que la
población local. Esto significa que una persona registrada en una gran ciudad
tiene más privilegios en tanto a la seguridad social, la educación, etc., que
un migrante del campo. Este sistema funcionó bien en el pasado. Dado que
proveía de barata fuerza de trabajo migrante desde el campo y era capaz de
reducir los costes de mantenimiento de la población trabajadora a los
capitalistas y al Estado, gracias a externalizar la carga de la reproducción
social sobre los migrantes del campo.
En
teoría los migrantes con estatus rural no tienen derecho a los mismos beneficios
que la población urbana, pero sin embargo tienen derecho a acceder a tierras de
cultivo, cosa que se pretende que funcione como sustituto de los derechos
sociales.
Este
sistema funcionaba bien en una economía enfocada a la exportación, pero desde
el comienzo de la crisis económica se está comprobando que es un obstáculo para
el desarrollo del mercado interno chino y las luchas recientes están de un modo
conectadas a los límites de este sistema.
Aunque
las condiciones de vida normales para la mayoría de los migrantes es la
precariedad, hay muchos ejemplos de la llamada “precarización” de la clase
trabajadora urbana, el ejemplo más prominente lo representan la Empresas de
Propiedad Estatal que se privatizan.
También
ha habido muchos cierres de fábricas o movimientos de las mismas dentro y fuera
de China, así como huelgas conectadas con estos eventos y una creciente demanda
por los beneficios sociales que son impagados a los trabajadores inmigrantes
más antiguos de estas compañías.
Mientras,
en los 90, las luchas más importantes habrían ocurrido en el cinturón industrial
del norte y este chino, entre la clase obrera establecida en las grandes
empresas estatales. Mayoritariamente luchaban contra el cierre de empresas
privatizadas y por mejores condiciones de jubilación para los despedidos. Estas
luchas se acabaron en su mayoría a comienzos del 2000. Al mismo tiempo nuevos
tipos de luchas empezaron a aparecer en los nuevos centros industriales del sur
este del delta del río de las Perlas: huelgas espontáneas y el abandono del
puesto de trabajo en las fábricas privadas. Estas huelgas estuvieron marcadas
por bajos niveles de organización, no tenían mucha duración y los trabajadores a
menudo no elevaban ninguna reivindicación específica.
Más
tarde, una nueva oleada de luchas ocurrió en la primavera y verano de 2010.
Mientras la producción se recuperaba rápidamente tras un desplome inicial
durante los años de crisis 2008/2009 los salarios se mantuvieron estancados.
Las luchas empezaron en la industria del automóvil y se extendieron a otros
sectores. Éstas sí estuvieron marcadas por un elevado nivel de organización y
de coordinación entre trabajadores de diferentes lugares de trabajo. Sin
embargo, el marco organizacional no traspasó las ya conocidas reivindicaciones.
El escenario final de las luchas de los trabajadores inmigrantes había
aparecido durante los últimos tres años. Estas luchas eran primordialmente
entabladas por los trabajadores más antiguos que habían estado trabajando en el
mismo lugar de trabajo por mucho tiempo y sin que les fuesen retribuidos sus
beneficios sociales. Cuando estos trabajadores se hallan próximos a la edad de
jubilación entonces empiezan a organizarse.
En
tanto que no existen más sindicatos en China que el que pertenece al Estado,
Unión Central (Federación de todos los Sindicatos de China) y los sindicatos de
empresa también forman parte del sindicato único, no existe algo semejante a un
convenio colectivo de manera formal.
Pero
sin duda hay más o menos grupos de trabajadores organizados. A menudo
organizados informalmente a causa de la represión. Realizan un trabajo
clandestino de organización, publican así mismo, información sobre las
condiciones de trabajo y las luchas en diferentes centros de trabajo. Estos
grupos mayoritariamente consisten en trabajadores con algo de experiencia en
huelgas, que están politizados o estudiantes con conciencia de clase que van a
las fábricas con el propósito de organizar. También existen empleados de las
ONG que pelean por la “defensa de los derechos” y tratan de organizar acuerdos
colectivos cuando ocurren huelgas. Últimamente están siendo más represaliados.
Así pues, existe muy poco margen para la organización legal.