Imagina un mundo de castas en la que la casta
minoritaria fuese la dominante. Esta casta controlaría la policía, la fiscalía,
la justicia, la intervención, los auditores, los medios de comunicación y
cualquier otro estamento relevante. Establecería un férreo control que
impidiese que el resto de castas se manifestase en público, reprimiéndoles con
dureza cuando infringiesen la ley del silencio e internándoles en cárceles o
centros similares, después de juicios llevados a cabo por personas que jamás
han leído un libro de derecho. Un lugar en el que los poderosos privan de
libertad, acosan, o reprimen a quien desean, con total impunidad y con la
connivencia de la justicia. La próxima vez que camines junto a un recinto
militar recuerda que ese mundo se encuentra tras sus muros. Un paso al frente
destapa las miserias del Ejército Español. El autor es militar en activo con
participación en Afganistán y una experiencia de doce años.
A modo de historia coral y de novela de denuncia, UN
PASO AL FRENTE narra la vida cotidiana de numerosos personajes “de carne y
hueso” en el Ejército Español.
Luis
Gonzalo Segura de Oro-Pulido (Madrid, 1977). Soy militar desde el año 2002. En el
año 2009, decidí solicitar vacante en la Jefatura de los Sistemas de
Telecomunicaciones y Asistencia Técnica (JCISAT) que es la encargada de
gestionar y mantener todas las redes de comunicaciones del Ejército. La mayoría
de las actividades que he realizado en esta unidad desde entonces no pueden ser
descritas aquí, aunque puedo decir que recorrí casi toda España, manejé grupos
de trabajo con millones de euros de presupuesto y centenares de personas a
cargo. También viajé a Afganistán, lo que me marcó profundamente. En el año
2012, interpuse varias denuncias por la vía militar por la enorme corrupción
que existe en el Ejército, las cuales se están resolviendo en estos momentos.
Seguramente, todas las denuncias terminen archivadas porque no existe la
justicia militar como tal, aunque no desespero. He de decir que comencé a
escribir fundamentalmente para dar salida a la frustración que sentía y como
parte de una obligación moral.