El autor estará acompañado por Antonio Ortega
La condición originaria del relato era montarlo con materiales ya hechos: desde sueños a papelitos, hallazgos, voces diversas (la de Tomás, decisiva, claro). Escribir yo en él lo menos posible desde el momento actual, que es el de la pérdida («Yo que no estorba escasea», ha escrito Eduardo Milán).Alrededor de este collage, todos (también el autor) somos visitantes, venidos de un exterior.
Un álbum; un álbum con adherencias, fragmentos, cosas traídas de cerca y de lejos, de aquí y de allá. Un cruce de escritos, de géneros, de magnitudes y tiempos. Lo que se reúne por afinidad (y también por ser contrario y ser semejante) a lo largo de los años, en los laberintos de la memoria. Y todo quisiera encontrar su sitio, pliegue y despliegue, una nueva armonía.
El tiempo en este libro no es cronológico, sus cosas van y vienen, fechadas o no, hacia adelante, hacia atrás. Con la excepción de los escritos de Tomás, el resto es anacronía, ucronía.
(Tal vez más de un lector se despiste, le baile algún dato y se incomode. Forma parte del juego en que autor y lector estamos metidos).
Toda amistad es una afección. Todo en nuestro relacionarnos fue afecto, por esa relación yo fui afectado de por vida. Este libro es un intento de contar a mi manera algunos modos de ese afecto.
Ildefonso Rodríguez