Guillermo Fernández Rojano (Jaén, 1957) es Doctor en Filología Hispánica. Ejerció como profesor en la Appalachian State University, North Carolina (EEUU). Actualmente enseña idiomas.
Ha colaborado, entre otras, con las revistas La Hamaca de Lona, El signo del gorrión, La manzana poética. Autor de poemarios como Infortunios
y descalabros del poeta Gaspar y otros personajes en hora menguada o
nuevas hazañas y desventuras que los siglos nefastos engendraron en los
hombres amarillos y en los perros enamorados (Jaén, H muda, 1981); Pon pan para pájaros, Instituto de Cultura de la Diputación Provincial, Jaén, 1985; Por amor de las amidas, Colección Señales de Poesía, Ayuntamiento de Jaén, 1993; La noche amarilla (1.er premio “Gabriel Celaya”), Ayuntamiento de Torredonjimeno, Jaén, 1998; Boca de asno, Editorial Germania, Valencia, 1999; Bolsa de cenizas, La Poesía señor hidalgo, Barcelona, 2002; Sima (1.er Premio Internacional “Germania”, Valencia, 2004), Alzira, Valencia, 2004; Quinqué del agua, Diputación provincial de Jaén, Jaén, 2007(en colaboración con el fotógrafo Antonio López); Tierra, (Finalista del Premio Nacional de Poesía 2016), una trilogía integrada por: Manicomio de Dios, Así en la tierra y Tierra), Taller clandestino de las letras, Castellón de la Plana, 2015; y Pornografías, Taller clandestino de las letras, Castellón de la Plana, 2018. Ha traducido la obra Fuentes del viento, de Pierre Reverdy, para la editorial La Poesía, señor hidalgo, Barcelona, 2006.
De un hallazgo del que resulta
quietud, que no vencimiento, da cuenta Hijos de la piedra, Premio
Internacional de Poesía “Miguel Hernández-Comunidad Valenciana” 2018,
libro de poemas político y geológico donde la violencia incuba sus
huevos en la carne de la mansedumbre. Trasmutando vida en lenguaje con
conciencia de que la escritura miente si no es tomada por la poesía que
expresa el dolor en que se funda la existencia, prende el verso libre,
el poema en prosa o el versículo de GFR, pasta moderna pero primitiva en
su clasicismo, el fracaso civil de nuestro presente agarrándolo por los
cuernos, piedra y cielo hechos polvo, masacrados por la soledad,
testigos de cargo del silencio de la estupidez ciberfílica dominante.
Voz extraterritorial, escatológica y cruel la de GFR, siempre en vilo su
música trágica, su razón poética, porque escarba en una identidad rota,
la de este tiempo cuyo sueño ya no es fiel a utopía alguna sino otra
manifestación más de nuestro nihilismo cainita.