Martes 16 de enero a las 19:00 horas. Acompañan al autor Marina Wainar y Eugenio Castro
Alguien que se atreve a escribir un libro de poemas como primera y
última donación a quien se ha suicidado -indudablemente deudor de un
afecto hondísimo e imperecedero-; alguien que se impone esa tarea, creo
que en un último término moral (subyace en tal acto un juicio a un Mal
que oculta y desdeña a sus suicidados); alguien que asume un desafío
semejante, ha quedado eajenado; es decir, por una lógica que es
inherente a los hechos, y a causa de su misma fuerza, el autor de un tal
quehacer debe sentirse, casi sin remedio -y sin retórica literaria
posible- para siempre ya otro. Aunque debería decir, con total firmeza,
que para siempre es ya el otro.