Acompaña a Menchu Gutiérrez la poeta Esther
Peñas.
¿Cómo se dice el tiempo?
¿De qué colores viste? ¿Cuál es su rugosidad, su tacto? Nos dicen los sabios
que la primavera tiene sabor agrio; el verano, amargo; el otoño, acre y el
invierno, salado. Pero, ¿a qué sabe el tiempo cuando se abre? ¿Tiene pulpa, el
tiempo? ¿Qué tiempo marca la tercera aguja incandescente del reloj de la que
hablaba Celan? ¿Qué sonidos lo anuncian? ¿De qué modo los cascos de un caballo
o el redoble de campanas lo marcan? La poeta y zahorí Menchu Gutiérrez (Madrid,
1957) traza una cartografía sobre el modo en que la palabra poética se acerca a
la experiencia del tiempo en su último libro, ‘Siete pasos más tarde’
(Siruela), un texto que invita al prodigio y que irrumpe (inesperadamente) en
nuestras Escrituras del desastre, escrituras de la invención. “En el jardín
donde caen las ciudades del tiempo/ algo va a florecer/ siete rosas más
tarde,/pero nosotros no sabemos pronunciar su nombre”. La puerta del juego está
abierta.
Navegando con maestría
entre el ensayo y la creación literaria, Menchu Gutiérrez se adentra en las
maneras en que la palabra poética ha abordado el cómputo del tiempo.
«Diríamos que el tiempo
existe porque nosotros existimos, porque el reloj somos nosotros mismos, porque
contamos con un órgano llamado reloj que, a diferencia del corazón, los riñones
o el hígado, resulta ilocalizable en el mapa del cuerpo, quizá porque vive,
invisible, disuelto en todos ellos».
Este libro versa sobre las formas en que la palabra poética ha abordado el cómputo del tiempo y, en definitiva, sobre la esencia del mismo: desde el latido del corazón o el tañido de la campana a los días de la semana, los meses, las estaciones o los calendarios. El tiempo se cuenta con los sentidos y se lee en las distintas huellas que deja en estos, en el canto del gallo, en la cera de una vela que se derrite o en el olor que perdura más allá de una presencia.
Con decidida libertad, Menchu Gutiérrez se adentra en la multitud de relojes creadores de este inasible concepto. Apoyándose en las voces de escritores y poetas, y en ideas y metáforas propias, se detiene en los umbrales y los claustros del tiempo, lee en los estratos geológicos de la tierra o nos muestra un rico y sorprendente inventario de tiempos crecidos fuera del tiempo.
Este libro versa sobre las formas en que la palabra poética ha abordado el cómputo del tiempo y, en definitiva, sobre la esencia del mismo: desde el latido del corazón o el tañido de la campana a los días de la semana, los meses, las estaciones o los calendarios. El tiempo se cuenta con los sentidos y se lee en las distintas huellas que deja en estos, en el canto del gallo, en la cera de una vela que se derrite o en el olor que perdura más allá de una presencia.
Con decidida libertad, Menchu Gutiérrez se adentra en la multitud de relojes creadores de este inasible concepto. Apoyándose en las voces de escritores y poetas, y en ideas y metáforas propias, se detiene en los umbrales y los claustros del tiempo, lee en los estratos geológicos de la tierra o nos muestra un rico y sorprendente inventario de tiempos crecidos fuera del tiempo.