El acto tendrá lugar en la BPM Iván de Vargas. Entrada libre hasta completar aforo. Acompañan al autor Teresa Gallego, Javier López Facal y Pablo Marinas.
Es sorprendente traducir porque toda la tarea está orientada a lo que podemos llamar el «ajá» del traductor.
Es un momento en el que juntando lo razonable, lo argumentable, notas que eso queda superado y aparece un equivalente que es más que una mera correspondencia: es ajá, ¡eso es! Y en ese momento ves que no estás poniendo algo parecido sino algo que es eso mismo que dice la lengua de la que estas traduciendo y al tiempo es una cosa nueva en el mundo. No es exagerado. Es el momento poético de la escritura de quien traduce. No es lírico ni pedante, ha de ser justo y esa justeza es la que te llena y produce un texto nuevo.Lo importante es pegarse a la letra, no ponerse a interpretar. Dejar que la música de la frase que estás por verter a tu lengua te llegue, de diga, te sorprenda. El que mejor lo ha expresado es Fray Luis de León, seguramente el mejor traductor y maestro de traductores. En su versión del sorprendente texto Cantar de Cantares, dice que quien traduce, él mismo, no se va a poner a interpretar los sentidos del texto (para eso están los exegetas, los teólogos) que él se va a limitar a declarar la corteza de la letra. Y esta emocionante expresión es de una exactitud que él aclara: va a poner a ser posible el mismo número de palabras en la lengua española que las que había originalmente en hebreo y, en segundo lugar, va a tratar de lograr decirlo de tal manera que el que lee lo entienda como si supiera hebreo. ¿Que no es apasionante?
Miguel Marinas