Nombrar por primera vez, Sánchez nombra siempre por
primera vez, se niega a la memoria conceptual, a la simplificación mutilante
que alguna vez denunciara Rilke («y esto se llama perro, esto se llama casa…
Ustedes están matando las cosas»), y no solamente lucha por nombrar por
primera
vez incluso lo más conocido, sino que en cada cosa busca lo que escapa a la
definición o al uso de la tribu: «Vamos a tener necesidad de un lenguaje común,
un lenguaje común capaz de nombrar por primera vez, frente a la multitud de
cosas ya nombradas de afuera, la multitud de cosas casi nunca nombradas de
adentro».
Así, Cómico de la lengua podría definirse como el
reverso de una novela, el reverso de una realidad narrativa, el reverso de una
escritura usual; de ahí su considerable dificultad que desalentará a los
cómodos, de ahí los innúmeros escollos que presenta a la lectura más atenta,
puesto que si Sánchez consigue casi siempre esa ardua comunicación basada en el
rechazo de los puentes verbales presumibles, hay pasajes en que el lector
deberá enfrentar el texto tal como el mismo Sánchez enfrenta lo que ese texto
busca decir: en una actitud preadámica de opción total, sin tradición ni
herencia, solo y desnudo frente a una de las tentativas más audaces que se
hayan hecho para tenderle los cabos a una nueva relación con la realidad, de
un nuevo descenso a sí mismo y al mundo.
Julio Cortázar
El volumen incluye un apéndice crítico en torno a Cómico
de la lengua, al cuidado de Federico Barea, con textos de Julio Cortázar,
Héctor Bianciotti, Albert Bensoussan, Teresa Wangeman y el mismo Néstor
Sánchez.
Contaremos con la presencia
de los escritores Mercedes Cebrián y Hugo Savino.