Jueves 26 de octubre a las 19:00 h.
En estas
Memorias, que apenas abarcan un año, Teffi
nos narra el camino de Moscú a Odessa, huyendo de la guerra con variopinta muchedumbre que nutrirá
de anécdotas trágicas y picarescas el relato de lo que, sin saberlo, significó
su exilio definitivo: no volverá a Rusia.
Para
introducirnos en su vida y obra contaremos con la presencia de
Luis Ángel Encinas,
profesor en la U.C.M., traductor y escritor.
Galina
Lukiánina, Lcda. en Filología rusa y traductora.
No hay lugar en el mundo donde el ser humano no pueda vivir. (Teffi)
En 1917, Teffi, abandona su nativa S. Petersburgo y se traslada a Moscú. Sintiendo que la ciudad está en sus últimos estertores, aprovecha la oferta de un oscuro empresario y parte hacia Odessa. Sin saberlo ha iniciado su camino al exilio definitivo: no volverá a Rusia. Estas Memorias, que apenas abarcan un año, narran el camino de Moscú a Odessa, huyendo de la guerra con variopinta muchedumbre que nutrirá de anécdotas trágicas y picarescas un relato que, inexorablemente, debiera ser oscuro y desolador si no fuese por la indestructible positividad y el sensible humor de la autora que se muestra más interesada en la resiliencia del ser humano, en esa capacidad de sobrevivir en las condiciones más extremas, penosas y dramáticas. Teffi significa esa mirada femenina sobre la vida y la historia, tantas veces excluida y marginada pero necesaria. Fueron publicadas por entregas en el periódico Vozrozhdenie entre diciembre de 1929 y enero de 1930 y son traducidas por primera vez al castellano por Galina Lukiánina y José M. Cañadas, en la presente edición.
Teffi, Nadezhda Aleksandrovna Lokhvitskaya (S. Petersburgo, 1872-Paris, 1952), fue una de las más famosas escritoras de su época. Su reconocido talento le permitió superar el hándicap que suponía ser mujer: poeta, periodista, dramaturga y autora de relatos cortos. La ligereza de su tono y el ingenioso humor enmascaraban la carga política de su escritura.
Denominada la ‘reina del humor ruso’, entre sus seguidores se contaban tanto el zar Nicolás II como el mismo Lenin. Sus relatos cortos, llenos de ingenio y humor irreverente, se publicaban en prestigiosos diarios y revistas de distinto signo y fueron comparados por la crítica a las mejores narraciones de Chejov por su «benevolente tono elegíaco y su actitud profundamente humanitaria». Popularidad y glamour se unían en su persona y era tan famosa que perfumes, chocolates y velas llevaban su nombre. Las recientes publicaciones de su obra, tanto en Rusia como en países del ámbito occidental, son muestra del renovado interés que suscita.
En 1917, Teffi, abandona su nativa S. Petersburgo y se traslada a Moscú. Sintiendo que la ciudad está en sus últimos estertores, aprovecha la oferta de un oscuro empresario y parte hacia Odessa. Sin saberlo ha iniciado su camino al exilio definitivo: no volverá a Rusia. Estas Memorias, que apenas abarcan un año, narran el camino de Moscú a Odessa, huyendo de la guerra con variopinta muchedumbre que nutrirá de anécdotas trágicas y picarescas un relato que, inexorablemente, debiera ser oscuro y desolador si no fuese por la indestructible positividad y el sensible humor de la autora que se muestra más interesada en la resiliencia del ser humano, en esa capacidad de sobrevivir en las condiciones más extremas, penosas y dramáticas. Teffi significa esa mirada femenina sobre la vida y la historia, tantas veces excluida y marginada pero necesaria. Fueron publicadas por entregas en el periódico Vozrozhdenie entre diciembre de 1929 y enero de 1930 y son traducidas por primera vez al castellano por Galina Lukiánina y José M. Cañadas, en la presente edición.
Teffi, Nadezhda Aleksandrovna Lokhvitskaya (S. Petersburgo, 1872-Paris, 1952), fue una de las más famosas escritoras de su época. Su reconocido talento le permitió superar el hándicap que suponía ser mujer: poeta, periodista, dramaturga y autora de relatos cortos. La ligereza de su tono y el ingenioso humor enmascaraban la carga política de su escritura.
Denominada la ‘reina del humor ruso’, entre sus seguidores se contaban tanto el zar Nicolás II como el mismo Lenin. Sus relatos cortos, llenos de ingenio y humor irreverente, se publicaban en prestigiosos diarios y revistas de distinto signo y fueron comparados por la crítica a las mejores narraciones de Chejov por su «benevolente tono elegíaco y su actitud profundamente humanitaria». Popularidad y glamour se unían en su persona y era tan famosa que perfumes, chocolates y velas llevaban su nombre. Las recientes publicaciones de su obra, tanto en Rusia como en países del ámbito occidental, son muestra del renovado interés que suscita.