“Riesgo, atrevimiento: no hay “minuscularidad” incauta, no hay comodidad para el verso que pretende discurrir libre en el poema liberado de anclajes
protectores: “El sonido de tocar fondo no es un estruendo”. Sin resonadores forzados,
sin gestualidad añadida, estos poemas transitan por la línea especular que no separa al
dolor del gozo, a la lejanía de la intimidad, al decirlo todo del no decir nada.”
Fragmento
del prólogo de Pedro Provencio.
La imaginación verbal es la gran cualidad de este primer libro de poemas
de Emilia Conejo. “Minuscularidades” es todo él un torrente de imágenes que, aunque a primera
vista da una sensación de hermetismo, va ofreciendo, poco a poco, en cada relectura,
y desde una visión de conjunto, una mayor claridad. Sobre unas estructuras muy firmes, soportadas en ocasiones por el paralelismo, se van incrustando imágenes de raigambre vagamente
surrealista y muy sorprendentes. Los poemas ofrecen una fecunda proliferación de elementos, entre los que
destaca la curiosa presencia del mundo de la música, que despliegan un léxico sugerente, sabiamente
combinado con el vocabulario más típico.
“Minuscularidades” es una fiesta del lenguaje llena de hallazgos.