20 de abril a las 19:00h. en el Circulo de Bellas Artes
21 de abril a las 19:30h. en Enclave de Libros
En las sociedades occidentales hiperformateadas, la idea misma del conflicto ya no tiene lugar. Las concepciones de la vida común tienden a la intolerancia hacia toda oposición. Lo minoritario debe someterse a la mayoría, y cada vez más, los contestatarios y disidentes parecen estar abocados a lo “anormal”. En este ensayo iconoclasta y oportuno, Miguel Benasayag y Angélique del Rey exploran las raíces y los efectos nocivos de esta ideología.
Al reprimir los conflictos, nuestros contemporáneos se dejan invadir por el ideal de la transparencia: toda opacidad en sus relaciones tendría que ser erradicada, puesto que implicaría la alteridad y por tanto el enemigo potencial. Una ilusión
peligrosa ante la cual pueden también sucumbir ciertos contestatarios que critican el sistema con las mismas categorías de éste: en lugar de afirmarse como “otros”, sujetos de una multiplicidad subversiva, tienden por el contrario a reivindicar derechos, confirmando la idea de que los “valores” de la ideología dominante son necesariamente deseables por todos.
Analizando las diferentes dimensiones del conflicto –entre naciones, en la sociedad o en el seno mismo del individuo-, los autores actualizan los profundos resortes de la deriva conservadora de las sociedades posmodernas. Demuestran también tanto las ilusiones de la “tolerancia cero” como las de la “paz universal”: negar los conflictos nacidos de la multiplicidad, aquellos cuyo reconocimiento crea sociedad, es poner en peligro la vida. La represión del conflicto no puede conducir más que a la violencia generalizada, y la apuesta a la que todos nos vemos confrontados es la de la asunción del conflicto, “padre de todas las cosas” según Heráclito.
Miguel Benasayag, escritor, filósofo y psicoanalista francoargentino, se sumó con apenas 17 años al Ejército Revolucionario Popular para luchar contra la dictadura argentina. En 1975 fue capturado y sufrió tres años de prisión y torturas, aunque gracias a la doble nacionalidad y a una maniobra diplomática, fue liberado en 1978 y expulsado a Francia. En la actualidad participa en diversos movimientos asociativos como “NoVox”, “Laboratoires Sociaux” ou “Act Up” y coordina el colectivo “Malgré tout” (A pesar de todo). Es autor de una extensa bibliografía en la que defiende la acción concreta y cotidiana como medio de resistencia y creación política, entre la que destacan “Esta dulce certidumbre de lo peor” (con Édith Charlton, 1993, original de 1991); “Le Mythe de l’individu” (1998, 2004), “La fabricación de la información. Los periodistas y la ideología de la comunicación” (con Florence Aubenas, 2005, original de 1999); “Las pasiones tristes. Sufrimiento psíquico y crisis social” (con Gérard Schmit, 2010, original de 2003); “Résister, c’est creér” (con Florence Aubenas, 2002), “La Fragilité” (2004, 2007); “La santé à tout prix” (2008) y “Organismes et artefacts” (2010).
Angélique del Rey, trabaja como profesora en un centro de acogida de jóvenes con dificultades donde emplea la enseñanza de la filosofía como medio de ayuda y reflexión. Es autora entre otras obras de “Connaître est agir: Paysages et situations” (2006); “Nunca más solo – El fenómeno del móvil” (2008, original de 2006), “De l’engagement dans une époque obscure” (2011), todas ellas en colaboración con Miguel Benasayag.