Acompañarán a la autora Noni
Benegas y Constantino Bértolo.
No nací en Barcelona pero
ya he vivido más tiempo aquí que en Buenos Aires. De aquella ciudad –en cuyas
calles aprendí el oficio de cronista- me traje la pasión por la caminata
urbana, y la convicción de que sin esa práctica –el rastreo a pie, el cuerpo a cuerpo
con lo inesperado- el periodismo desaparece. Barcelona (que supo ser la Rosa de
Foc, Rosa de Fuego) fue acicalada como ofrenda al mercado financiero y
turístico global. Por eso, tomé –en la caminata- otros rumbos, y encontré –en
los antiguos barrios fabriles- huellas del tejido anarquista que sostenía el
suburbio de antes y durante la guerra civil. Son paseos por el presente
(pantallazos) y el pasado (resquicios) de una ciudad compleja y novelística
(honor a Juan Marsé) que se ha convertido, con el tiempo y la caminata que
arraiga, en mía propia. La ciudad de Manolo Vázquez Montalbán, de Ana María
Moix, a quienes habría hecho felices que defensores callejeros de los derechos
ciudadanos hayan ganado el Ayuntament. La caminata urbana ha devenido práctica
libertaria (llena de obstáculos, claro).