Tú
criticas, yo critico, ellas critican, y todo el mundo señala su ombligo para
dar por sentado que no hay alternativa. El capitalismo triunfante ha llegado a
sus últimos días, y los apura hasta las heces para que nada ni nadie le
sobreviva. Y así la sociedad tecnificada se muere, la ciudad sin límites ni
fronteras se devora a sí misma, las subjetividades hierven a fuego lento en la
olla inoxidable de la técnica y del espectáculo, y la vida y el mundo se
transmutan en cárcel, fábrica, centro comercial, reality show, pantalla.
No,
no hay alternativa, ni camino de salida al encierro industrial que ha
recalificado todas las afueras. El afuera. Y lo que late o latía fuera de sí en
lo más oscuro y recóndito de cada uno de nosotros. Lo sabes, lo sabemos, y
tampoco ignoramos que la ciencia infusa del desastre no sirve para casi nada.
Porque si esto es así, ¿desde dónde surge nuestra voz airada, nuestro
pensamiento insumiso? Si ya todo está tan dominado, ¿nosotros no? ¿Y por qué
esas revueltas que estallan de vez en cuando en cualquier lado, despertando a
los que parecían más dormidos y en efecto yacían en su letargo dopado? Luego
pasa la ira y vuelve el consentimiento, y en efecto nada parece cambiar
demasiado, pero allí donde la vista alcanza ya se intuyen los primeros humos de
un nuevo incendio, tan necesario y absurdo y desdichado como todos los
anteriores. Fuego, ¿caminarás con nosotros?
¿Qué
responder? Nada, o mejor con otras preguntas. ¿Es verdad que el encierro es
perfecto? ¿Que no quedan resquicios? ¿Ni siquiera una brizna de exterioridad,
en el margen, o incluso dentro de la bestia? ¿Desde qué lugar articular
entonces la impugnación de la dominación?
Por
eso nos gustaría preguntarnos, y preguntar a todos los amigos conocidos y
desconocidos que les apetezca acudir a la jornada que proponemos, para discutir
hasta qué punto es cierto el mito interesado y paralizante que certifica el fin
de la exterioridad, la oclusión de lo posible, y la rendición definitiva de los
que preferirían no hacerlo.
Para
ello se nos ocurre que tres colectivos, Cul de Sac, Malpaís y Grupo Surrealista
de Madrid, tomen una breve palabra para ofrecer algunas coordenadas sobre qué
podría ser hoy la exterioridad, cuál la profundidad del encierro industrial,
dónde sus líneas de fuga y fractura. Entendiendo, por supuesto, que tales
coordenadas solo pueden y deben servir para despertar el debate, que como
siempre será lo que será: lo que sus participantes quieran que sea. En este
sentido, parece también oportuno ofrecer los textos de las intervenciones, y la
introducción del volumen colectivo Crisis de la exterioridad. Crítica del
encierro industrial y elogio de las afueras, consagrado a estas cuestiones que
creemos no ser los únicos en considerar cruciales.
Por
último, y con un idéntico propósito, no nos resistimos a plantear desde ya las
siguientes preguntas, tan acertadas y fértiles o no como todas las que puedan
surgir a lo largo del debate:
¿Es
ya completo el cierre modernizador?
¿Qué
sentido tiene ser antiindustrial cuando parece que ya no existe sujeto político
antiindustrial?
¿El
control y el disciplinamiento han alcanzado también nuestros deseos del afuera?
¿Por
qué permitimos que la exterioridad vaya desapareciendo de nuestras vidas?
¿Recuerdas
alguna experiencia cotidiana de exterioridad que desmienta o ponga en duda el
diagnóstico fatalista de la victoria total del encierro industrial?
¿Sueñas
con la exterioridad?
Cul de
Sac: Colectivo editorial (ed. El salmón). Publicación de la revista monográfica Cul de Sac (5
números editados desde el año 2010).
El trabajo
del colectivo Cul de Sac se inserta en la corriente conocida como crítica
antiindustrial. Ésta, en continuación con todas las teorías y prácticas que se
han opuesto a las consecuencias nocivas de la modernidad, ha pretendido
continuarla y enriquecerla haciendo hincapié en la forma que ésta toma hoy: la
destrucción de un mundo industrial y la extensión de las lógicas que le son
solidarias a todas las facetas de nuestra vida. En su intervención
reflexionarán sobre el modo en que se puede o no pensar la exterioridad en
relación con el mundo industrial y su hipotética clausura.
Malpaís: Colectivo de crítica del lugar...desde
el lugar. Publicación del fanzine Malpaís (1 número publicado en 2014, y el
segundo en camino).
Partimos de
afirmar que hay posibilidad de exterioridad al interior de la cárcel.
Posibilidad, sin duda, precaria, mutilada, condicionada o reprimida. Pero en
esencia y como necesidad, difícilmente gobernable. Si hay algo que pueda
definir la dialéctica del encierro es la imposibilidad histórica de negar
el deseo del afuera. Aun en las peores condiciones, incluso en el régimen de
aislamiento más terrible, puede el ser humano aferrarse a otra realidad. Donde
hay encierro, se dan resistencias, desafíos, anhelos de libertad, planes de
fuga, la capacidad y sensibilidad de maravillarse.
Grupo
Surrealista de Madrid:
Colectivo y editorial (Ediciones de la Torre Magnética) empecinado en un
proyecto político de vida poética para realizar los sueños, reencantar el mundo
y reapasionar la vida. Publicación de la revista Salamandra (22 números
editados desde el año 1987) y el periódico El Rapto.
El avance
imparable del Capitalismo y de la forma-mercancía, emancipada de la conciencia,
del control y de las necesidades concretas del ser humano, ha transformado
nuestra relación material y sensible con el mundo, atrofiando en gran
medida nuestros sentidos y sensibilidades, pero no es menos cierto que
estos no han sido extirpados sino que siguen latiendo, con mayor o menor fuerza,
en todas y cada una de las personas. Porque existe una sed de infinito de
nuestra imaginación y de nuestra sensibilidad que no se agota en los sucedáneos
de la sociedad de consumo y del ocio dirigido. Y esa expresión de la naturaleza
humana tiene su atmósfera propia en lo maravilloso. Hay pues un afuera físico y
mental, fuente exuberante e inagotable de experiencias subjetivas, de
conocimiento del mundo y de cuestionamiento de su ordenación. La experiencia de
la exterioridad sigue siendo posible, deseable y, sobre todo, necesaria.