Coloquio - entrevista: Javier Lostalé y José Cereijo. Poeta invitada: Paty Liñán
Encuentro-entrevista sobre La morada infinita (Polibea) y Lector Cómplice (Athenaica).
La morada infinita: A medio camino entre el poema en prosa y la meditación literaria, estos breves textos son un testimonio de amor a la creación literaria; un canto a la lectura y al que lee; una meditación sobre el valor de la palabra como fuente del acto poético; la palabra como acto vital; el poema como cifra de un impulso que nos constituye y nos trasciende; una reflexión sobre las preguntas radicales que plantea la poesía; sobre el acontecer humano sobre el que se sustenta la palabra poética. La poesía como legado. Para qué escribimos y, sobre todo, para qué leemos.
Lector Cómplice: A los poetas o futuros poetas, pero
también a los lectores cómplices invocados en el título, se dirige
Javier Lostalé en este hermoso breviario que aborda el proceso de la
creación con palabras íntimas y emocionadas, buscando reflejar «el
amanecer interior al que nos conduce la auténtica poesía». La necesidad
rilkeana, la búsqueda de una voz propia y la conciencia de su destino
son requisitos indisociables de la condición de poeta, pero sin la
«confluencia silenciosa» entre autor y lector el poema no adquiere todo
su sentido. Lostalé trata de las etapas de la escritura, de los
distintos ámbitos que confluyen en el acto creador, de los astros
Shelley, Eliot, Valéry, JRJ que nos transmiten luz y energía, de otros
poetas contemporáneos capaces de conmover el ánimo desde sus
singularidades respectivas, de los añorados maestros Aleixandre y Pérez
Estrada. Escrito en una prosa cálida y amigable, de clara expresión y
abundantes destellos líricos, el libro contiene una radiografía de la
lectura, donde Lostalé define y celebra sus muchas cualidades, y se
cierra con una confesión «Escribo porque me salva...» en forma de
personalísima poética.
«Quien lee ama, porque aunque esté solo no hay nada que desde su
silencio o ausencia deje de responderle hasta cobrar una presencia que
acompaña como el amor. Porque sentimos al llegar a una determinada
página una fiebre inexplicable, como inexplicable es la naturaleza del
amor. Quien lee ama, pues al crear dentro de sí una realidad antes
desconocida entra, sin saberlo, en el misterio del amor. Y al no temer,
mientras lee, las aventuras arriesgadas, se embarca en la maravilla de
lo desconocido, como le sucede al amante. Quien lee amó, y con palabras
por otro ser escritas, consagra lo amado».